Haciendo la tan necesaria limpieza de papeles unos días después de haber presentado el primer estudio de mercado cuantitativo como Visirius, iba pensando cómo las personas que nos dedicamos a la investigación y el análisis nos movemos constantemente entre la granularidad y la síntesis. Y así he ido escribiendo este post, como una guía para este balanceo en las distintas etapas de una investigación (que en este caso fue una encuesta aunque creo que es aplicable a otras técnicas).
Será una alegría si lo lees (y una gran ayuda si incorporas tus reflexiones! 🙂
Empezamos la travesía. La primera etapa para que nazca una investigación es la tarea comercial. La granularidad: todas las técnicas y tipos de estudios que podemos llevar a cabo. La síntesis: resolvemos la necesidad de información estructurada y accionable que puedan tener los -futuros- clientes.
Cuando recibimos un briefing, sea en formato preguntas vagas o requerimientos concretos, la granularidad es pensar los distintos objetivos, los procedimientos, las necesidades que tendremos. La síntesis: yes, we can!
Entramos en materia preparando la propuesta. La granularidad: qué objetivos se cubrirán, mediante qué técnicas conseguiremos la información, qué equipo de trabajo se responsabilizará, en qué calendario nos moveremos y qué presupuesto implicará. La síntesis: demostrar la robustez del futuro estudio y convencer de su utilidad.
¡Aprueban el estudio, manos a la obra! La construcción del cuestionario, dimensionalizar los conceptos en variables representa este balanceo entre lo global y lo concreto. Y mientras tanto, toda la preparación del trabajo de campo es granularidad en si misma. La síntesis: cómo se hagan las preguntas determinará qué tipo de respuestas se obtendrán.
Durante el trabajo de campo, la realidad nos envía mensajes que delante del ordenador no veíamos. La granularidad: atender las siempre imprevisibles vicisitudes, controlar el cumplimiento de cuotas y revisar los resultados con el primer 20% de la muestra. La síntesis: velar por la calidad de los datos recogidos, nuestra materia prima.
Con el tratamiento de datos nos sumergimos en un mar de números del que ya no saldremos hasta bien avanzado el informe. La granularidad: depurar, codificar, cruzar datos, crear variables. La síntesis: salir a la superficie a tomar aire, a ver el avance en perspectiva y no perder de vista el calendario.
Con el análisis seguimos sumergidos buscando los datos que responden a los objetivos del estudio. La granularidad: apartados, gráficos, explicaciones. La síntesis: el esqueleto del informe.
Elaborando el informe se van hilando los resultados más relevantes. La granularidad: todo cuerpo está constituido por muchas piezas que hay que ensamblar. La síntesis: presentar los resultados para que sean comprensibles y útiles tanto a quien busca la granularidad como a quien busca la síntesis.
¿Cansad@? No me extraña… Nos queda una fase clave: cerrar un informe que den ganas de sumergirse, que no sea un mar de datos innavegable en el que se pierda el rumbo. La granularidad: el hilo de la historia, la redacción, la visualización de los resultados. La síntesis: contar con otra persona para revisarlo, tanta inmersión causa estragos en la capacidad de discernir qué se entiende y qué no.
Presentamos el estudio, la fase de síntesis de tanto trabajo hecho. La granularidad: las palabras, cómo relacionamos toda la información y en qué nos fijamos para sacar conclusiones. La síntesis: mensajes claros y conclusiones accionables.
Respiramos… y cerramos el estudio. La granularidad: gestiones administrativas, orden y limpieza de archivos y documentos. Y la última síntesis: ¿qué hemos aprendido?
Yo, con este estudio y escribiendo este post, he aprendido que sin granularidad no hay síntesis…